miércoles, 22 de abril de 2009

Le ha pasado factura


Elisa tapaba con un pañuelo de cabeza aquellos pelos sintéticos. Los posaba con cuidado en su peana. A veces los peinaba con mimo antes de depositarlos en su sitio correspondiente. Lo hacía porque entendía que el gasto de aquellos pelos había sido exagerado y debía cuidarla mientras durase el tiempo indefinido que ni ella sabía.

En otras ocasiones la posaba en esa peana sin siquiera peinarlos y los tapaba con aquél pañuelo para evitarle que les cayera el polvo y poco más, entendía que no era justo lo que le estaba pasando. Siempre le pasaba cuando se quitaba aquél injerto superpuesto en su cabeza mientras se miraba en el espejo y al cambio aparecía una calva completamente rapada y que ya empezaban a crecerle algunos pelillos. Pelos que volverían a caer después de su siguiente quimioterapia.

Seguidamente cogía un pañuelo verde al que le llamaba esperanza y se envolvía su calva en él. Su hijo la miraba y le decía pero mamá si estás igual de guapa con el pañuelo y si me apuras hasta el estar calva no estás fea.

No podía asimilar lo que le estaba pasando y no creía ser ella excepto cuando el dolor le podía y corría a por los calmantes que le ayudaban a seguir con el día a día.

No podía, quería, ni admitía estar sujeta a unas condiciones que ni tan siquiera sabía si llegarían a buen fin. Sólo debía esperar a que todo aquél veneno que se decía curativo destruyera todas aquellas células cancerígenas que se habían apoderado de su cuerpo de aquella manera.

Ahora estaba en casi la mitad de las sesiones, una más y una prueba y si salía como se esperaba se le operaría de nuevo y arrancar aquella enfermedad de su cuerpo y de no ser así, seguir y seguir con esa terapia que no sabe si alguna vez dará el resultado esperado.

Odia su enfermedad, odia ese pañuelo y odia esa peluca. pero sobretodo odia que en el momento que parecía perfecto para empezar una nueva y mejor vida, ella, la vida, le pase semejante factura.

paky